El escritor y humanista
Arturo Uslar Pietri, además de ser un destacado novelista del siglo XX, describiendo
los tiempos de la colonización y emancipación venezolana, con obras como La
Isla de Robinson y Las Lanzas Coloradas, ha sido un narrador de la Historia de
Venezuela en forma de charlas por Televisión en los años 1970-1980, siendo el
Programa Cuéntame a Venezuela,
el que le permitió llevar a centenares de miles de televidentes, como un
cuento, en una conversación directa y casi personal, todo el desenvolvimiento
histórico del País. Luego esa serie de programas televisivos fueron llevados en
fascículos coleccionables en 1981-1982 para quedar como un libro de Historia
Ilustrada [1]
desde la colonización, hasta la del país moderno entrando en los años 1980.
En
dicha obra extraordinaria el autor de Cuéntame
a Venezuela, pretende “darle al
lector una visión integrada y básica del hacer nacional a todos los que no
tienen el tiempo o la ocasión de ponerse a estudiarla de un modo más
sistemático y exigente” [1].
En el inicio de la obra en referencia se refiere el Primer Personaje
como el primer habitante en la América hace 20.000 años, aproximadamente, y que en lo que es hoy Venezuela, llegaría
entre hace 8.000 y 15.000 años, por el Oriente, por el Sur y por las Antillas.
Esto es lo que constituye la base de esa población indígena venezolana para
fines del siglo XV. Esta población indígena tiene distintas lenguas, distintas
religiones, distintas culturas; algunos son meros recolectores y cazadores,
otros comienzan a tener una agricultura que a veces llega a ser avanzada, como
en Los Andes, y hay otro tercer grupo muy guerrero, navegante, agresivo, que es
el de los Caribes.
Es
entonces cuando aparece el Segundo Personaje, y cuando la historia
comienza. “Desde el desembarco de los
tres veleros o carabelas se acercan a la isla de Trinidad, en uno de ellos
llega Cristóbal Colón y un grupo de españoles que le acompañan en el tercer
viaje a la América. Estos hombres representan la mentalidad caracterizada y
distinta del segundo personaje de nuestra historia.” ¿Quiénes eran ellos?
Unos españoles del siglo XV, imbuidos de una idea religiosa profunda, que
venían de una herencia de lucha contra los infieles, con un gran
propósito de unidad y de predominio de la fe católica como la misión
fundamental del hombre. “Nunca habían
visto un indio, nunca habían estado en contacto con una tierra semejante a
América, de modo que fue un encuentro de ajuste, de choque, de encontronazo
violento”.
En
la segunda obra de ese género hecha por Arturo Uslar Pietri, Raíces
Venezolanas, en 1983, año del bicentenario del nacimiento del Libertador Simón Bolívar, es de la misma forma
que la anterior: Charlas magistrales y teatro por televisión y luego los
fascículos patrocinados por la Fundación Cultural Venevisión, pero se centra en las costumbres, hábitos y vicios de
la población, desde la época colonial hasta el poblamiento rural de las zonas
urbanas en el siglo XX, los cuales serán mencionados más adelante.
El impacto de
esa Obra no fue marcado en el ámbito comunicacional, por la gran velocidad de
los hechos ocurridos en la vida social, económica y política nacional,
incluyendo la entrada de la crisis monetaria (Gran Depresión al nivel de la
América Latina), y el comienzo de un control de cambios y un cambio a
sustitución de importaciones tradicionales por producción con gran componente
nacional lo cual favoreció temporalmente la diversificación de la economía, en el
resto de la década perdida de los años 1980. Los dos gobiernos
democráticos que siguieron a la crisis monetaria significaron el “descuido” de
los aspectos sociales y económicos y el empobrecimiento de las clases populares
de la nación.
Durante
los años 1990, tras el derribo del Muro de Berlín en Europa y la desintegración
de la Unión Soviética, el avance de la globalización de mercados y de la rápida
difusión de la Internet, permiten desarrollar los marcadores de niveles (benchmarking) de calidad de vida de
diversas culturas en diferentes aspectos: económicos, salud, educación, políticos,
sociales y ecológicos, y se empiezan a crear los países modelo en el mundo, tomando
como nuevos ejemplos las naciones europeas nórdicas (Dinamarca, Suecia, Noruega,
Finlandia), Canadá, las del sudeste asiático (Singapur, Japón, Corea del Sur, Malasia)
y la Australasia (Australia, Nueva Zelanda), de altos ingresos per cápita, no
por la antigüedad de la cultura, ni por la extensión del territorio, ni por los
recursos naturales que poseen, ni por la inteligencia de las personas. La única diferencia es la ACTITUD de las
personas.
Los
valores ciudadanos o virtudes humanas que se enseñan en la escuela pre-escolar
y primaria en los países llamados “ricos” para reforzar la conducta de los
futuros ciudadanos siguen las reglas siguientes:
1.
Orden
2.
Limpieza
3.
Puntualidad
4.
Amor
al trabajo
5.
Responsabilidad
6.
Deseo
de superación
7.
Honestidad
u honradez
8.
Respeto
por el derecho ajeno
9.
Afán
por el ahorro y la inversión
10. Respeto a la ley y los reglamentos
Esta lista de valores ciudadanos
también ha sido mencionada por un columnista, del diario Panorama, en Maracaibo (Venezuela), de profesión médico, [3] en el final de los años noventa
(1998), frente al conformismo de la población local con su idiosincrasia
particular y que se describirá y analizará más adelante.
La
Herencia Colonial Española
Desde la llegada de los conquistadores
españoles y los frailes católicos europeos en el siglo XVI para fundar
poblaciones, administrar las rentas y el comercio y difundir la religión católica,
apostólica y romana a la población indígena autóctona, hubo un tiempo de
resistencia indígena, que en parte fue diezmada, se inicia la sociedad colonial
de los hispanos, los blancos criollos, los pardos, zambos, mulatos, según la
unión entre los grupos étnicos, con la intervención del tercer personaje
de los africanos, cada uno con diferentes formas de ser y sentir y derechos
según los códigos y leyes extranjeras implantadas en tierras americanas.
Fue una época de conquista por un
imperio que se había librado recién de una invasión por el reino de la Arabia durante
siete siglos, que les quiso forzar a aprender la lengua y la religión del
Corán. Ya para la segunda mitad del siglo XVI se habían fundado más de treinta
villas y pueblos a lo largo de la costa caribe y en las llanuras y regiones
montañosas, siendo apreciadas por los colonos peninsulares las perlas de
Cubagua, los metales preciosos que los indígenas usaban como adorno y los
frutos que se daban que eran exóticos en esas tierras.
De esa convivencia forzada entre los
invasores europeos peninsulares, los esclavos africanos traídos a la América
para remplazar los americanos autóctonos que se resistían a seguir las órdenes
de los conquistadores, se inicia la identificación de las costumbres de cada
uno de los personajes [2]:
·
Los indígenas o americanos autóctonos viven en
comunas dedicadas a labores sencillas para el sustento cotidiano, recolectan
frutos, cazan, pescan, preparan el casabe, no conocen el trabajo, viven en
libertad y en contacto con la naturaleza. No tienen un sitio fijo de
vivienda, algunos son nómadas, su religión tienen que ver con lugares
naturales, como ríos, lagunas, montañas.
·
Los españoles tienen ideas religiosas de la Edad
Media y una educación escasa, de imposición de su cultura, no les gusta el
trabajo sino la búsqueda de riquezas, con el ideal de El Dorado, los
títulos nobiliarios eran para ellos más importantes que hacer labores manuales.
Algunos de los españoles pioneros en el poblamiento de las ciudades importantes
formaron familia con sus parejas venidas de Europa y otros continuaron
explorando otras regiones o se regresaron a su tierra.
·
Los africanos traídos de diversos territorios del
Africa Occidental y Central en los barcos “negreros” hasta las costas del mar
Caribe y otros fueron traídos desde islas del Caribe, traen como legado las
religiones animistas y la fuerza física para efectuar las labores que
disgustaban a los españoles y se resistían a hacerlo los indígenas, fueron
fieles servidores en los fundos o haciendas cacaoteras y de caña de azúcar de
los valles de Aragua, de Sucre, Carabobo, Miranda, Caracas, Falcón y Zulia.
Hubo algunos que se rebelaron alrededor del siglo XVIII o acompañaron a
criollos liberales en movimientos de emancipación.
Una característica de la cultura
española que aun la tenemos en la actualidad es el gusto por el azar, en la
formación de la riqueza por hechos casuales y no por el trabajo o la
programación, la costumbre de los juegos como el “5 y 6”, las loterías
semanales, las apuestas en casinos y galleras, el bienestar no viene del
trabajo sino por un acto providencial. Un ejemplo del azar es el
descubrimiento del petróleo en el subsuelo por exploradores foráneos y no por
el esfuerzo nacional de emprendedores locales. La pobreza ha sido
característica de la Venezuela colonial e independiente, el emprendimiento no
ha sido masivo sino en la época actual. Se dice que ha habido trece
generaciones pobres y una rica (la de los años 1970-1980). Venezuela es un
país rico con gente pobre.
La viveza o picardía criolla es una
herencia española bien arraigada en los días actuales, a tal punto que “el
vivo” es reconocido informalmente por alcanzar los objetivos propuestos “como sea” [2] en los ámbitos laborales, escolares,
políticos, administrativos, frente al “bobo”, que sigue los procedimientos para
efectuar trámites legales o diligencias oficiales o hace “la cola” desde
temprano, sin tener que pagar prebendas a un funcionario de baja categoría. El
“vivo” detesta la odiosa legalidad y prefiere hacer contrabando desde el siglo
XVII. Hay en la literatura folklórica los casos de “Tío Conejo y Tío Tigre” en el cual el primero se vale de su
astucia para engañar al felino de mayor fuerza, y el caso de “Pedro Rimales y Juan Bobo”, en el que el
primero engaña y se burla del segundo cuantas veces le provoca.
En el aspecto de la vivienda, se dice que ésta
define al hombre que la habita. El americano autóctono fue visto por los
descubridores como un habitante de viviendas improvisadas sobre el lago o a
la orillas del mar (palafitos), con techo de vegetación de la zona y pisos
de troncos de madera, comparándola despectivamente con Venecia. La vivienda en
las ciudades recién fundadas era de acuerdo a la posición social o cargo
administrativo de los españoles, como las de los conquistadores, o las casas
divididas con el negocio de los comerciantes. Luego de la llegada del siglo XX
se agregan la quinta y el edificio en las ciudades importantes del país. Pero
desde los años 1940 hay una fuerte migración del campo a la ciudad, de gentes en
busca de mejores oportunidades, que no tenían una casa adecuada ni formación
profesional y construyeron viviendas improvisadas y con bases estructurales y
materiales de escasa resistencia mecánica llamados “ranchos” en terrenos
ejidos e inestables que hoy día cubren los cerros de ciudades como Caracas,
Valencia, Los Teques, y cada vez es
más crítica la situación.
El caótico crecimiento de Caracas se
inicia en los años 1940
luego de la Segunda Guerra Mundial, en el cual la “ciudad de los techos rojos”
no solo va creciendo urbanísticamente según planes de desarrollo coordinados
sino que se van ocupando extensiones de terrenos de forma incontrolada,
rompiendo el modelo de ciudad, desconociendo la relación habitante y espacio,
creando una sobrepoblación proveniente de las migraciones del Sur, del
occidente andino, de las Antillas y de la Europa Latina, es decir, hay una
gran población sin raíz y una ciudad que va perdiendo la memoria [2], y gran parte de los nuevos
habitantes sin sentido de pertenencia.
La
Influencia de la riqueza petrolera
La riqueza del país gran parte del siglo
XIX fue debido a la agricultura y la ganadería, sobre todo en la segunda mitad,
una vez superada la etapa independentista y con los escollos de la etapa de la
federación, destacando los Llanos de Apure y Guárico con el ganado vacuno, el
Zulia con los plátanos y el comercio del café, Los Andes con la producción
cafetalera y de la caña de azúcar, los valles de Aragua con el cacao, la caña
de azúcar, las destilerías, el añil, los productos lácteos y la Guayana era
minera desde la época de la independencia.
El descubrimiento de petróleo en Mene
Grande al principio del siglo XX tuvo un efecto abrupto en la economía
agropecuaria de esa zona ganadera y en pocos años ya el país tenía un carácter
minero. Los descubrimientos de petróleo no se detuvieron y luego hubo un
reventón en el pozo El Barroso, del sector La Rosa, en Cabimas, que era
un caserío sin antecedentes históricos y ese hecho tuvo repercusión
internacional. La exploración y explotación petrolera también se hizo notable en
la Costa Occidental del Lago de Maracaibo (La Paz, La Concepción), en las
poblaciones de los Llanos Centrales y Orientales del País (Ortíz, Santa María
de Ipire, Cantaura, entre otras).
Una de las características de esos
tiempos de rápido tránsito de extranjeros en poblaciones sin servicios públicos
fue la improvisación, la ausencia de planificación y la precariedad en las
poblaciones, solo siendo atendidos en campamentos cercados los empleados y
familiares contratados por las empresas concesionarias, además de los
ingenieros y técnicos extranjeros, difundiéndose una separación en las
condiciones de vida del venezolano en la recién etapa de industrialización
por explotación petrolera. La gran diferencia en salarios del campamento
respecto a la agricultura y la ganadería hizo que se produjera un gran
desplazamiento desde regiones remotas (Margarita, Falcón, Los Andes) a los
campos petroleros del Zulia y de Oriente.
Dentro de los campamentos
residenciales petroleros uno de los vicios que se difundió fue la ociosidad
[3], a falta de sitios de esparcimiento el
“club social” fue el sitio donde se aprendió a jugar a los naipes, consumir el
“whisky” escocés, donde los temas de conversación eran sobre trabajo, el inglés
se usaba para poder escalar posiciones. Para el caso de los empleados de menor
categoría, eran importantes los beneficios inmediatos, como el del comisariato,
el de la ausencia de pago por alojamiento y de servicios, sin incentivos
a compra de vivienda propia, ni de educación de mayor nivel para los hijos.
Muchos empleados que siempre vivieron en el campamento no tenían vivienda propia al
término de su contrato o en la jubilación. Fue una actitud indolente y conformista
que incluyó a sus hijos e hijas.
Mientras, en el resto del país que no descansaba
directamente sobre las actividades de la industria petrolera, de tradición
pobre, de origen agricultor o artesano, la actitud del venezolano era más
tendiente a la austeridad, al ahorro, a la inversión, para poder poseer una
vivienda propia, soportar por el ingreso de su trabajo los estudios de sus
hijos, alimentarlos por las compras en el abasto y el mercado. La influencia petrolera llegó allí pronto,
luego de los años 1950, con la amplia red de carreteras y edificaciones públicas
que se construyeron, que brindó múltiples oportunidades de trabajo a las
personas capacitadas por un oficio o profesión, con la actitud ociosa e
indolente antes mencionada.
La aparición y permanencia del
petróleo le brinda a Venezuela una oportunidad de pasar de ser un país pobre y
rural a ser una nación rica y próspera. Como se expuso en punto anterior, la
riqueza fue un hecho del azar y no del esfuerzo humano y este reto fue un
regalo de la naturaleza. El gran humanista Arturo Uslar Pietri había dicho en 1936
que había que “sembrar el petróleo”, frase compartida por Juan Pablo
Pérez Alfonzo, y ningún funcionario importante interpretó el sentido de la
frase. En esos tiempos el dominio de la tecnología de extracción, recolección,
manejo y refinación del petróleo estaba lejos de ser efectuada por venezolanos
y eran extranjeros quienes la manejaban. El venezolano fue un mero
espectador de un desarrollo que otros hacían por él [3].
Es así como en el momento de la
nacionalización de nuestros recursos naturales, se nos entrega el producto del
esfuerzo y de la mística creadora de otros, sin que el venezolano haya experimentado la pasión que engendra el
vencimiento de los obstáculos naturales mediante el trabajo y la destreza. La
inmensa riqueza, que sin esfuerzo criollo provino del petróleo, provocó el
colapso de la agricultura, único polo de trabajo creador del venezolano.
Al mismo tiempo, la práctica del
populismo y del facilismo establecieron las bases para el lucro fácil y la
aversión anormal al trabajo. Desde entonces, esta afluencia de dinero
cómodo permitió la compra y el disfrute de cualquier cosa hecha por otros. Y es
que, como el dinero no es producto del trabajo, se regala y lo gratuito
pervierte y predispone a la indiferencia ocupacional. El proteccionismo
oficial mediante sus créditos que nadie cancelaba, contribuyó a ahondar el
problema. Créditos que una vez otorgados fueron depositados a plazo fijo
que era más cómodo que trabajarlos. Otro factor negativo ha sido la demagogia,
que ha permitido la promulgación de leyes que institucionalizan el ausentismo
laboral y permiten la proliferación de reposeros profesionales y auspician el
pago al bajo rendimiento, a la improductividad y la vagancia [3].
La Impuntualidad. Este es un defecto general de los
latinoamericanos, destacado cuando les toca vivir fuera del país. Es parte de
la actitud o falta de disciplina arraigada desde hace largo tiempo. En
el caso nuestro, en los años 1970-1980 hubo muchos estudiantes becados en el
Exterior y era reconocido por los docentes en general el término “venezuelan
time” para referirse a la impuntualidad en la entrada a las sesiones de clase o
en la entrega de los trabajos asignados.
El dejar para mañana es otra característica con que se
“etiqueta” al venezolano común dentro y fuera del país, a pesar de que existe
la frase de “no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy”. Es la mejor
manera de esquivar una responsabilidad. Este es la causa de “carreras” que
debe dar el ciudadano común para cumplir trámites administrativos o legales por
dejar a última hora los compromisos, hasta para tomar un avión, autobús o
tren. Así como existe el Principio de
Peter para tratar el nivel de incompetencia, en nuestro país debe existir el Principio
del sí, pero, el cual no se refiere al lodo baboso que se forma en las
playas y que en Maracaibo le llaman cipa, sino a la actitud de los empleados
cuando hacen una afirmación al tiempo que se condiciona negativamente lo
afirmado (sí, pero). El uso más común del sí, pero se hace en el sector
público, donde los inútiles funcionarios lo utilizan a diario para torturar a
los estoicos ciudadanos.
La
falta de raíces en la población
Desde las etapas de la colonización e
independencia en Venezuela ha habido una inmigración controlada por los
colonizadores entre los siglos XVI y XVIII, los planes de poblamiento de la
república con personas capacitadas para el desarrollo de la agricultura del siglo
XIX y XX, las personas y familias de europeos y latinoamericanos que por
motivos de guerra, persecuciones y de oportunidades de mejora llegaron al país
en el siglo XX, además de las múltiples migraciones internas desde el interior
del país a las zonas centrales y costeras. Las mezclas de razas de los blancos
criollos, los de origen indígena y africano hicieron el mestizaje del
venezolano, al cual se agregó a fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX
una población de otros continentes y que
contribuyeron al desarrollo de la academia, las artes, la agricultura, la
ganadería, la minería, los servicios y la industria en general.
Las ciudades coloniales fundadas entre
el siglo XVI y XVII con población autóctona y con gentes traídas de la
metrópoli europea o de los satélites americanos bajo dominación española,
comenzaron a crear una sociedad de amos y servidores y de señores y esclavos,
estos últimos poco a poco fueron ganando sus derechos de ciudadanos en los
siglos posteriores. Y en la etapa de la independencia los blancos criollos y
los de origen africano participaron en batallas dentro y fuera del país para
llevar la libertad en la América Hispana. La ciudad de Caracas y las del
interior del país se fueron nutriendo de personajes ilustres y otros laboriosos
que fueron marcando las raíces de la sociedad y la región, la sociedad estaba
creciendo alrededor de un proyecto particular del caudillo regional de turno y
no había aún el sentimiento nacional a finales del siglo XIX, eran varias islas
“en tierra” por la falta de caminos y poco uso de las vías fluviales, hasta que
llegaron a principios del siglo XX los gobernantes autoritarios andinos que
unificaron el país con una sola dirección de mando e integración del país,
aunque con una fuerte restricción de las libertades civiles. En esta época ya
las ciudades y pueblos tenían una somera identificación de las raíces de sus
habitantes, aun cuando estaban en pañales los derechos civiles.
Hasta esa época de principios del
siglo XX, hasta los años 1930, las ciudades venezolanas tenían cierta
uniformidad, con su modelo hispánico, donde en el centro estaba la plaza mayor,
el mercado, la fuente de agua, la iglesia catedral, y las edificaciones de poca
altura y de techos “rojos” y ya la explotación petrolera se hacía sentir en las
regiones occidentales y orientales, con una notable población flotante,
dentro de una economía minera. Desde los años 1940 se produce una
gran migración del campo a la ciudad, rompiendo el modelo de ciudad de Caracas,
pasando de una población de alrededor de 120 mil habitantes en los años 1930, a
cerca de 700 mil en 1950 y cerca de 4 millones de habitantes en 1980 [2]. Es desde el principio una
situación caótica en Caracas y en otras ciudades venezolanas también y la
vivienda, con un cambio incontrolado y de proporciones, que escaparon a la
capacidad de previsión existente. Entre 1940 y 1980 Caracas creció
veintiséis (26) veces. “Esto significa que hemos abandonado un estilo de vida y
ese abandono significa un cambio de mentalidad, un cambio de manera de ser, del
concepto mismo de lo que somos, y ese cambio se refleja en ese aspecto del
paisaje urbano y en esas características que niegan y borran lo que ese pasado
había sido y representaba.”
La población no tiene ya un patrón, ya
no tiene un modelo, no pasan de coincidir en un espacio determinado, con una
relación que pareciera fortuita, accidental y en gran parte sin contenido
vital, sin sentido urbano o sentido humano siquiera. Carcas es una ciudad
superpoblada que está más allá de su capacidad de soportar población y esa
población no se detiene, sigue creciendo, y esto determina una aglomeración
humana absurda y contraria al sentido mismo de la vida. Significa
que es inmensa población flotante, esa inmensa población adventicia no tiene
raíz, y si no tiene raíz, no tiene sentimiento de pertenencia, no saben
dónde están ni por qué están. Están en la defensiva de proteger su espacio
vital, de defenderse contra la agresión de los que lo rodean y ante la cual se
vuelven agresivas igualmente. Si uno les preguntara a qué pertenecen, si son
ciudadanos de una ciudad determinada, no sabrían responder porque en realidad
no tienen ese sentido, no se les ha desarrollado y no han podido adquirirlo.
Ese crecimiento mezclado, con una
población que crece de una manera sin planificación, sin tradición y sin
raíz, va haciendo que vaya perdiendo no solo su aspecto la ciudad sino que
vaya perdiendo también su memoria, es decir, no tiene memoria de ciudad.
Fue una ciudad hasta un momento con una memoria, con una tradición, dejó de
serlo y por lo tanto sus habitantes no pueden saber a qué pertenecen [2].
“En
esta búsqueda de las raíces venezolanas, este fenómeno refleja perfectamente el
inmenso y peligroso cambio a que el país viene sometido desde que la riqueza
petrolera se desbordó sobre él y particularmente de la inmensa transformación
que ha venido experimentando en los últimos treinta o cuarenta años y que hace
muy difícil prever para dónde vamos, pero, en todo caso, hace igualmente
necesario que sepamos de dónde venimos y que no perdamos de vista esa
estructura, esa derivación, ese legado y ese mandato, incluso, que nos viene
del pasado” [2].
El
cambio de valores democráticos a la cultura del Poder
La década de los años 1990 se inició
con cambios al nivel internacional, además del derribo del muro de Berlín el
año anterior y el derrumbe del imperio soviético, con una aparente tendencia
del cambio del Poder como factor motivador al nivel de los países
grandes y del mundo occidental industrializado. Su tema central es el cambio:
lo que les sucede a las personas cuando toda la sociedad en que viven inmersas
se transforma de pronto en algo nuevo e inesperado. Se centra en el
nacimiento de un nuevo sistema de poder que sustituye al del pasado industrial
[4].
En Venezuela se había llegado a una
etapa de movimientos de insurrección que se hicieron manifiestos al no haber
respondido adecuadamente los gobiernos democráticos elegidos luego de La Gran
Depresión de los 1980, al deterioro de las condiciones de vida de los sectores
populares, los mismos que habían ocupado desde la década de los años 1940 las
faldas de los cerros y terrenos baldíos en Caracas, Valencia y otras ciudades
del interior del país. El sistema democrático hizo reformas pero la
institucionalidad se estaba erosionando, faltó sensibilidad social para
recuperar el deterioro acumulado y los levantamientos militares continuaron
inestabilizando al país e iniciando la búsqueda de una salida autocrática
popular que brindara la seguridad necesaria para vivir, debido a la
incertidumbre que genera un régimen democrático con sus consensos [6].
“En Venezuela, diversas encuestas
realizadas en los años ochenta y noventa señalan que el 70% de la población
opina que el capitalismo es inmoral porque los trabajadores son despojados
de parte de los ingresos a los cuales tiene derecho, 55% no apoya los valores
del libre mercado, y la competencia no es vista como una fuerza para lograr
mejoras” [5].
El primer estudio (Mc Clelland – 1974) arrojó como
resultado que el venezolano es un individuo con MUY alta
motivación al poder, mediana motivación a la afiliación y MUY
baja motivación al logro. Estos resultados contrastan con los de países
desarrollados, los cuales manifiestan ALTA motivación a logro, media motivación
a la afiliación y muy baja motivación al poder. Vamos a ver ahora en qué
consisten estas 3 manifestaciones.
- Motivación al Poder: “Impulsa al individuo a controlar otras personas, a manipularlas… a influenciarlas para que hagan unas cosas y otras no… Exige obediencia y disfruta con el temor o el respeto que le profesan los demás.”
- Motivación de Afiliación: “Impulsa al individuo a establecer relaciones interpersonales agradables, a querer y buscar ser querido, lo induce a buscar las compañía de los demás… El rechazo, la exclusión o el aislamiento son castigos muy duros para quien tiene alta necesidad de afiliación”.
- Motivación al Logro: “Quien tiene alta motivación al logro se fija metas realistas, pero retadoras, y disfruta por igual el reto de alcanzar la meta, el resultado final de su esfuerzo y el proceso de llegar a ese resultado… la persona se propone metas para sí misma y trabaja de manera persistente hasta conseguirlas… se exige a sí misma hacerlas con excelencia y con su propio toque personal… ”
“El retrato que dibuja Geert
Hofstede de la sociedad venezolana [estudio de valores en el desarrollo de los
países - 1980], corresponde a un colectivo con muchas ganas de poder, resistido
al cambio, muy poco individualista y muy contento con su machismo……se
entusiasma con los hechos pasados y es proclive a los hombres fuertes, las
regulaciones, las normas y las estructuras. [5].”
“Las culturas fuertes, con
verdades absolutas e inclinación al autoritarismo y a la protección del
gobierno, la religión o la familia, no aceptan de buena gana la incertidumbre
que genera un sistema democrático o la economía de mercado. Si
desaparece un poder absoluto, la gente buscará otro que lo reemplace y le
proporcione la seguridad que necesita para vivir.”
“Venezuela sigue perteneciendo al tercer mundo,
a pesar de las oportunidades que nos ha brindado la naturaleza y la geografía.
Sigue siendo un país de mucho potencial y muy pocas realidades, con el
agravante de que el potencial se nos pone cada vez más lejos, en lugar de ser
al revés. El vientre petrolero sigue estando ahí, pero se ha hecho mucho más
pequeño y ya no cabemos todos.”
“El Poder es la verdadera motivación de la
sociedad venezolana. Las consecuencias de una sociedad motivada por el
poder son: el centralismo del gobierno, el autoritarismo de los
funcionarios públicos (desde el que saca la cédula, pasando por el fiscal
de tránsito, hasta vigilante de la entrada INTT), los controles de cambio,
el control de la importación y de la exportación, los formatos con diez
sellos y treinta firmas, el proteccionismo y un largo etcétera.
Según el autor,
un derivado inequívoco son los privilegios de los que gozan los funcionarios
públicos: en lugar de cumplir como servidores de la sociedad, cumplen
con una autoridad que les da prerrogativas inalcanzables para el resto de la
población. Los jerarcas del gobierno no hacen cola, llevan escoltas y
guardaespaldas, disfrutan de comisiones, viaje, colitas en los aviones de
PDVSA, etc…”
“Es la misma revancha que se promueve desde el gobierno.
En ambos casos, repentinamente empiezan las reorganizaciones, las remociones
caprichosas y los pases de factura, y esto no promueve otra cosa que la lenta
caída de cualquier organización y de cualquier país”.
“La sociedad externa siempre busca hacia afuera,
siempre llega a la conclusión de que las causas – y las soluciones – están
en el entorno, en los demás… Si los culpables son los políticos, el
salvador es el caudillo. Si la culpa es del gobierno, el salvador es el nuevo
gobierno. La culpa nunca es individual, y la solución tampoco… El
soberano solamente espera que alguien venga y lo saque del rollo.”
La revolución bolivariana no ha cambiado a la
sociedad venezolana sino que ha acentuado sus peores rasgos colectivos [5].
Las
causas raíces del comportamiento ciudadano venezolano del siglo XXI
De las influencias recibidas por
nuestra población desde el siglo XVI hasta el presente, se ha formado una
imagen que ha ido acentuándose en los vicios más que las virtudes. Hay una
simpatía espontánea general del venezolano, que agrada al extranjero que ha
hecho contacto con él, sin embargo, ha
notado cierta particularidad de actitudes que denotan informalidad en su
comportamiento en general.
De la herencia colonial española
(Siglos XV al XIX), nuestros ancestros recibieron el gusto por el azar en
la creación y formación de la riqueza, no recibieron educación para el trabajo,
más bien los hispanos detestaban las labores manuales y solo querían ser
llamados dones y doñas (como hoy doctores y doctoras), el descubrimiento del
petróleo fue un hecho fortuito (Mágico), diferente de la siembra del
cacao y del café. La viveza o picardía criolla que era una característica de
los peninsulares se arraigó y “el vivo” en lugar de ser reprochado por Oportunista
y Deshonesto, fue reconocido de manera informal como el astuto que
desconoce los derechos de los débiles ante los patronos (Irrespeto).
Otro
aspecto del aprendizaje fue la informalidad en la casa, heredada de los
indígenas que con sus chozas improvisadas sobre el lago de Maracaibo le dieron
al explorador europeo la idea de una Venezia pobre o Venezuela. Luego, en el
siglo XX, la migración de campesinos a la ciudad de Caracas, cubrió los cerros que
eran verdes con chozas llamadas “ranchos” en terrenos baldíos e inestables y
hoy día son una amenaza a la calidad de vida de la gente que allí vive y los
transeúntes en los túneles (Improvisación e Insalubridad).
De la riqueza petrolera (1920-1980),
fue un efecto violento que produjo un caótico crecimiento de las ciudades fundadas por
los españoles en el siglo XVI (Caracas, Valencia, etc.) y que va ocupando
extensiones de terrenos de forma incontrolada, rompiendo el modelo de ciudad,
desconociendo la relación habitante y espacio, creando una sobrepoblación (Imprevisión
y Desorden). En las zonas de explotación fueron tiempos de rápido tránsito
de extranjeros en poblaciones sin servicios públicos, con improvisación,
ausencia de planificación y precariedad en las poblaciones, una separación en
las condiciones de vida del venezolano (Falta de Planeación).
Se
difundieron vicios como el de la ociosidad, el facilismo, el alcoholismo, un
obrero petrolero ganaba mucho más que un jornalero en cañaveral o un albañil en
la ciudad, se creó una creencia de la empresa concesionaria como la benefactora,
sin incentivos a compra de vivienda propia, ni de educación de mayor nivel para
los hijos (Pereza, Indolencia, Conformismo). El venezolano fue un mero
espectador de un desarrollo que otros hacían por él. La inmensa riqueza, que
sin esfuerzo criollo provino del petróleo, provocó el colapso de la agricultura
(Indiferencia).
La práctica del populismo tuvo un auge
en esos años 1940 y se establecieron las bases para un lucro fácil y la
aversión anormal al trabajo. El proteccionismo oficial mediante sus créditos
que nadie cancelaba (solo los “pendejos”), contribuyó a ahondar el problema. Se
empieza a desarrollar el vicio del ausentismo laboral y las leyes permiten la
proliferación de reposeros y se incentiva al pago al bajo rendimiento (Facilismo,
Populismo, Vagancia).
Fuera del ambiente petrolero, el de la
agricultura, el comercio y las artesanías, la actitud del venezolano era más
tendiente a la austeridad, al ahorro, a la inversión.
La Impuntualidad es una falta de
disciplina arraigada, así como el dejar para “mañana’’. Es la mejor manera de
esquivar una responsabilidad (Irresponsabilidad). Dentro de los vicios
particulares, está el del “Principio del sí, pero”, que es una actitud de los
empleados públicos cuando hacen una afirmación al tiempo que se condiciona
negativamente lo afirmado (Contradicción).
De la población sin raíz generada por
la riqueza petrolera (1940-1990), como consecuencia de una notable
población flotante, dentro de una economía minera y no diversificada, se creó
una situación caótica en Caracas y en otras ciudades venezolanas también y la
vivienda, con un cambio incontrolado y de proporciones, que escaparon a la
capacidad de previsión existente (Imprevisión). Esa inmensa población no
tiene raíz, y si no tiene raíz, no tiene sentimiento de pertenencia (Falta
de Sentido de Pertenencia), con un crecimiento sin planificación, sin
tradición y sin raíz, va haciendo que vaya perdiendo no solo su aspecto la
ciudad sino que vaya perdiendo también su memoria, es decir, no tiene memoria
de ciudad (Falta de Memoria de Ciudad).
Del Cambio de valores democráticos
a la cultura del Poder (1990-2015), que es consecuencia de la pérdida de
valores fundamentales y debilidad de las instituciones de la Sociedad, desde
los años 1970 se ha identificado que el
venezolano es un individuo con muy alta motivación al poder, mediana motivación
a la afiliación y muy baja motivación al logro.(Populismo). Además, en
los años 1980 se identificó que es un
colectivo con muchas ganas de poder, resistido al cambio, muy poco
individualista y muy contento con su machismo……se entusiasma con los hechos
pasados y es proclive a los hombres fuertes (Populismo).
Por la incertidumbre de los últimos gobiernos
democráticos, se promovieron las culturas fuertes, con verdades absolutas e
inclinación al autoritarismo y a la protección del gobierno, la religión o la
familia, en lugar de cumplir como servidores de la sociedad, cumplen con una
autoridad que les da prerrogativas inalcanzables para el resto de la población.
(Autoritarismo). La sociedad externa siempre busca hacia afuera, siempre
llega a la conclusión de que las causas – y las soluciones – están en el
entorno, en los demás… La culpa nunca es individual, y la solución tampoco (Irresponsabilidad).
Resumen de las causas raíces: El individuo venezolano en general ha tenido en
más de cuatrocientos años una herencia cultural de los colonizadores españoles,
los aborígenes autóctonos y los esclavos africanos que la hace proclive al azar,
al sentido de la aventura, al amor a la libertad, al oportunismo, con una
facilidad para establecer relaciones de amistad, que improvisa fácilmente, se
amolda al desorden y la imprevisión, las condiciones impuestas por el auge
de la explotación petrolera le han hecho ser conformista, indiferente e
indolente, estando sometido a mediados del siglo XX al populismo y el
facilismo, con una disciplina poco acentuada, a través de la impuntualidad y el
dejar para “mañana”, con una débil responsabilidad y una falta de sentido de
pertenencia por la debilidad de las raíces urbanas, que al final del siglo
deviene en seguidora del poder por encima del logro y de la afiliación, en un
ambiente de populismo extremo y
autoritarismo, que la debilidad del sistema democrático permitió establecerse.
El pasado, presente y futuro no son momentos
desconectados entre sí. Lo que nos ocurre hoy está conectado a lo que hicimos
ayer y si queremos contar con un país distinto mañana, tenemos que comenzar a
construirlo hoy. Tenemos una responsabilidad individual que cumplir en la construcción de un mejor
país; que no todo es asunto de los otros, de los partidos, de los líderes, del
Estado. Esa cuota de responsabilidad individual es intransferible y es vital
que cada uno de nosotros la asuma plenamente para salir adelante [7].
Aplicación
de los valores ciudadanos como la nueva cultura del siglo XXI
La recuperación de los valores
ciudadanos en esta época del inicio del restablecimiento de la democracia es un
proyecto de alta envergadura por las cicatrices que ha dejado la acumulación de
cambios desde la época colonial, la independencia, la inestabilidad federal,
las deformaciones por la abundancia de recursos petroleros y la confrontación
de los últimos tiempos, sin embargo, dentro de la reconciliación nacional
es una necesidad de mejorar eso que nos destaca como pueblo noble y obliga a
rectificar como ciudadanos si no de un mundo avanzado, como los países modelo
de los años 1990, de una nación en evolución con su recurso humano como lo más
valioso que posee en estos tiempos, siguiendo el ejemplo de los ciudadanos
ilustres del pasado y presente, incluyendo los padres de familia luchadores. Se
hará una descripción de cada uno de los valores ciudadanos, su situación actual
y una propuesta de objetivo.
1. Orden: El orden define un comportamiento de
acuerdo con unas normas lógicas, necesarias para el logro de un objetivo
deseado y previsto, en la organización de las cosas, en la distribución del
tiempo y en la realización de las actividades, por iniciativa propia, sin
que sea necesario recordarlo frecuentemente [8]. Esa palabra generalmente la vemos en
oficinas administrativas de atención al público, sin embargo, el opuesto, el
desorden, lo vemos dentro y fuera de nuestra casa. El orden tiene que ver con
la prudencia en otro sentido.
2. Limpieza: La limpieza tiene que ver con la
pulcritud personal y de las cosas, en realidad no es una virtud humana sino un
valor ciudadano. La limpieza personal tiene que ver con nuestra imagen (factor
brillo). En los hospitales y centros de salud es destacada, para mantener las
condiciones de salubridad y antisepsia de los ambientes. También es muy
importante en los establecimientos donde se prepara y sirven alimentos, así
como en lugares de trabajo de taller y de oficinas y en las calles, avenidas,
parques y sitios públicos de las ciudades y pueblos. La suciedad es su
contrario. Es complementada por el Orden.
3. Puntualidad: Este valor ciudadano tiene que ver
con la responsabilidad, el orden y la disciplina en cuanto al cumplimiento de
los horarios establecidos en la escuela, el trabajo, los oficios religiosos, las reuniones legales o citas médicas, la
presencia en puertos, estaciones de transporte terrestre y ferroviarias y en
aeropuertos cuando viajamos o recibimos una persona o delegación y refleja una
consideración respetuosa con las personas sin importar la jerarquía. Lo
contrario o la impuntualidad se consigue frecuentemente en las clínicas
públicas, en los terminales de transporte y aeropuertos, generando pérdida de
tiempo y de recursos monetarios cuando es persistente.
4. Amor
al trabajo: Llamamos
trabajo al esfuerzo que hacemos para conseguir algo por nosotros mismos o con
la ayuda de los demás. Gracias al trabajo podemos hacer realidad algo que
teníamos en mente, arreglar algo que antes no funcionaba, corregir algo que
estaba mal o crear algo que antes no existía. Se trata de una fuerza con un
gran poder de transformación, que ha llevado a la humanidad a los más altos
niveles de desarrollo y civilización. Todo en la vida es trabajo. Desde las
actividades que llevan a cabo los niños en los colegios hasta los experimentos
científicos en los laboratorios, pasando por los oficios domésticos que
realizamos en nuestras casas. Para ser buenos trabajadores procuremos ver en
nuestro trabajo algo más que la actividad con la que nos ganamos la vida.
Recordemos que no hay trabajos indignos. La dignidad o indignidad de un trabajo
depende de nuestra actitud hacia él. Debemos evitar dejarnos llevar por la apatía
y la pasividad cuando tengamos que realizar una tarea, el entretenimiento vacío
e improductivo que en ocasiones ofrece la televisión comercial y la falta de
incentivos y la deshumanización de los ambientes laborales [9].
5. Responsabilidad:
La responsabilidad es
la conciencia acerca de las consecuencias que tiene todo lo que hacemos o
dejamos de hacer sobre nosotros mismos o sobre los demás. En el campo del
estudio o del trabajo, por ejemplo, el que es responsable lleva a cabo sus
tareas con diligencia, seriedad y prudencia porque sabe que las cosas deben
hacerse bien desde el principio hasta el final y que sólo así se saca verdadera
enseñanza y provecho de ellas. Un trabajo bien hecho y entregado a tiempo es
sinónimo de responsabilidad. La responsabilidad genera confianza y tranquilidad
entre las personas. Para ser responsables reflexionemos seriamente antes de
tomar cualquier decisión que pueda afectar nuestra propia vida o la de otros.
Asumamos las consecuencias de nuestros actos. Respondamos por lo que hacemos,
tanto si está bien hecho como si no. Reconozcamos los errores que cometemos y
mostrémonos dispuestos a repararlos. Debemos evitar evadir los compromisos
adquiridos, rechazar la posibilidad de reflexión sobre las consecuencias que
pueden desencadenar nuestras acciones e incumplir con las normas establecidas [9].
6. Deseo
de superación: Este
valor está ligado a la virtud de la perseverancia. Esta tiene que ver con la
constancia y firmeza de propósitos, con una alta motivación al logro y un
profundo sentido del compromiso que les impide abandonar las tareas que
comienzan, hasta conseguir el objetivo deseado en al ámbito escolar, académico
o laboral. Las personas perseverantes son disciplinadas y decididas. Si creemos
en lo que hacemos y nos armamos de paciencia para sortear los obstáculos que se
nos presentan en el camino, si no perdemos de vista nuestras metas y luchamos
contra el cansancio o el desánimo, sentiremos una incomparable satisfacción
cuando tengamos ante nosotros el fruto del esfuerzo. Para ser perseverantes
ejercitemos diariamente nuestra fuerza de voluntad luchando contra la pereza,
la negligencia y el descuido. Formemos en los niños y niñas una gran disciplina
para que puedan persistir en sus deseos, fortaleza de carácter para que no se
derrumben frente a los obstáculos y les permita comprender que en un mundo
donde la competencia es tan grande sólo tienen éxito quiénes más se preparan y
más persistencia tienen [9].
7. Honestidad
u honradez: La
honestidad es el respeto de los principios morales y el seguimiento de lo que
la Sociedad considera buenas costumbres. Ser sinceros con nosotros mismos y con
los demás es el principio fundamental que debemos seguir si queremos ser
honestos. Quien es honesto no se apropia de nada que no le pertenezca. Cuando
se está entre personas honestas, los proyectos se realizan con mayor facilidad
y la confianza colectiva se transforma en una fuerza de gran valor. Se necesita
coraje para decir siempre la verdad y obrar en forma recta y clara, son estas
las acciones que representan una de las mejores manifestaciones de honestidad.
Para ser honestos conozcámonos a nosotros mismos, expresemos sin temor lo que
sentimos o pensamos, no perdamos nunca de vista la verdad, cumplamos nuestras
promesas y luchemos por las cosas que deseamos. Debemos evitar violar las leyes
y traicionar los compromisos establecidos, utilizar el engaño y la trampa como
vía para desarrollar nuestros intereses, apropiarnos de lo ajeno, y el miedo a
expresar nuestras reflexiones [9].
8. Respeto
por el derecho ajeno:
El respeto es la base fundamental para una convivencia sana y pacífica entre
los miembros de una sociedad. Para practicarlos es preciso tener una clara
noción de los derechos fundamentales de cada persona, entre los que se destaca
en primer lugar el derecho a la vida,
además de otros tan importantes como el derecho a disfrutar de su libertad,
disponer de sus pertenencias o proteger su intimidad. El respecto abarca todas
las esferas de la vida, empezando por que nos debemos a nosotros mismos y a
todos nuestros semejantes, hasta el que le debemos al medio ambiente, a los
seres vivos y a la naturaleza en general. Para ser respetuosos tratemos a los
demás con la misma consideración con que nos gustaría ser tratados, valoremos y
protejamos todo aquello que nos produzca admiración. Debemos evitar ignorar o
ser indiferentes frente a lo que puede estar sucediéndole a nuestro compañero o
vecino y la dificultad de aceptar y entender que nuestros compañeros tengan
modos de ver los hechos y las cosas diferentes del nuestro.
9. Afán
por el ahorro y la inversión: Aunque
no es una virtud ni valor humano, es
un valor ciudadano o buena práctica incluida recientemente, que está relacionada
con los valores de la responsabilidad, el orden y el deseo de superación. La
importancia que ha tomado el ahorro para los ciudadanos de todas las
condiciones sociales no ha perdido vigencia, desde la época cuando el dinero se
guardaba en el colchón de la cama principal por no haber entidades bancarias
hasta la época actual de variaciones en el valor del dinero por la alta
inflación, el ahorro permite cubrir gastos inesperados o de emergencia en
tiempos de crisis y de inversión cuando hay oportunidades de expansión de las
actividades productivas o cambios de actividad. En el caso venezolano, la
tradición ha sido de vivir casi al día, sin holgura para los gastos básicos y
en su lugar gastar en cosas superfluas. En la época de la riqueza petrolera los
obreros y empleados de las compañías concesionarias, a quienes por Ley la
empresa les administraba el pago de cesantía y liquidación cuando llegara el
tiempo de retiro o jubilación, ese era el ahorro que iban a disfrutar después
de años de trabajo, para invertirlo en propiedades fuera de las zonas de
explotación. Esa poca cultura del ahorro e inversión afectó a muchas familias y
no fue sino en los años 1960 que se incentivó el ahorro para la adquisición de
vivienda, con las Entidades de Ahorro y Préstamo al nivel nacional. Para ser
prósperos es necesario tener una economía sana, donde se cubran los gastos
básicos de alimentación, salud, higiene y servicios, con los ingresos
ordinarios, evitando hacer préstamos para gastos injustificados y sin tener el
respaldo a corto término.
10. Respeto
a la ley y los reglamentos:
Respeto a las leyes y a las normas sociales, a la memoria de los antepasados y
a la patria en que nacimos. Es común ver en las calles cómo se violan las leyes
de tránsito terrestre y en establecimientos que expenden bebidas alcohólicas a
menores de edad, entre muchos ejemplos de falta de respeto a las leyes
nacionales y ordenanzas municipales. Las leyes en general estaban al acceso de
pocas personas en la época de las dictaduras. Una gran parte de la población no
conocía las leyes ni sabía leer ni escribir y no conocía sus derechos ni sus
deberes. Ahora, en la era de la internet, la mayoría de la población puede
acceder a los sitios virtuales a hacer consultas legales. En los países modelo
el respeto a la ley y los reglamentos es obligatorio. Los funcionarios
policiales deben ser respetados como autoridad y garantes del Orden Público. Debemos
evitar acostumbrarnos a evadir las reglamentaciones y las leyes e identificarnos
con ciertas actitudes que asumen algunas personas que no se preocupan por el
bienestar de la comunidad.
Referencias
[1]
Arturo Uslar Pietri, Cuéntame a Venezuela.
Fundación Cultural Venevisión. Transcripción de las Charlas en la serie
Cuéntame a Venezuela, transmitidas por Venevisión, Canal 4. Editorial Lisbona,
Caracas, Venezuela, 1981.
[2]
Arturo Uslar Pietri, Raíces Venezolanas. Fundación
Cultural Venevisión. Transcripción de las Charlas en la serie Raíces
Venezolanas, transmitidas por Venevisión, Canal 4. Editorial Lisbona, Caracas,
Venezuela, 1986.
[3]
Ernesto García Mac Gregor, Verdades Dolorosas ¿Por qué somos así? Editorial
Coordinación del Estado Zulia (Privada), www.libreroonline.com, ISBN 978-980-296-432-1. Maracaibo,
Venezuela, 1998.
[4]
Alvin Toffler, El Cambio del Poder (POWERSHIFT). Plaza & Janés
Editores, S.A. Tercera Edición, Junio 1991, Barceona, España.
[5]
Alberto Rial, "La Variable Independiente: El Rol de la Idiosincrasia en el
Desarrollo de Venezuela". Segunda
Edición, 2013. Blog Idiosincrasia y Valores de los Venezolanos, https://es.pinterest.com/joselynquintero/
[6] Alberto Rial, La
democracia es lenta porque necesita consensos. Diario El Nacional,
edición web, 7 de mayo 2013, entrevistado por Caracas, Venezuela.
[7] Gerver Torres, Un
sueño para Venezuela. ¿Cómo hacerlo realidad? Liderazgo y Visión,
A.C. Banco Venezolano de Crédito, Noviembre 2000, Caracas, Venezuela.
[8] David Isaacs, La
Educación de las Virtudes Humanas, Tomos I y II, Ediciones
Universidad de Navarra, Pamplona, España, Cuarta Edición, 1980.
[9] Diario El
Nacional, El Libro de los Valores, 20 fascículos coleccionables
para escolares y jóvenes. Caracas, Venezuela, 2000.